Si hay alguien que sabe de resiliencia, autodisciplina y gratitud ese es Álvaro del Valle, Tecnólogo Médico de 29 años, cuya infancia fue abruptamente amenaza con un diagnóstico muy duro, a los diez años le dijeron que padecía de leucemia linfática. El doctor que lo atendió, le sugirió que se tratara en el Hospital Sótero del Río para ver a la doctora Anette Becker, especialista en el tema. Finalmente resultó ser una leucemia bifenotípica.
Sus años de escolar no fueron fáciles. Ausencias a clases, ir al colegio con mascarilla y acompañado de su madre, exámenes libres y otras circunstancias que fueron formando en él un carácter resistente, capaz de enfrentar las adversidades.
Así creció y se hizo fuerte, sin ver jamás la posibilidad de la muerte, ni remotamente. "A mi ayudó todo y eso lo agradezco, desde mi familia, mis amigos, mi colegio hasta los Tecnólogos Médicos que llevaban los exámenes a tiempo cuando era imprescindible hacerlo", comenta Álvaro.
De ahí en adelante, su preocupación no fue el cáncer, sino su aumento de peso, lo que también supo controlar. Su precoz madurez lo llevaron a superar los conflictos, como él mismo lo reconoce "Claro, más de alguna vez pegué un combo, pero también tenía un autoestima bien desarrollada, luego me ayudó la filosofía del Reiki para enfrentar cualquier situación. Yo tenía herramientas, me empoderé en mi mismo rápidamente".
Pasaron los años y recién obtuvo el alta médica cuando estaba en la universidad. A esa fecha ya acumulaba varios logros : becas en preuniversitarios, Premio Espíritu "Lasallista" en el Colegio La Salle, Beca Presidente de la República y otros. Tras escudriñar en los detalles de algunas carreras, como Medicina y Arquitectura, incluso comenzando en Obstetricia, finalmente decidió ser Tecnólogo Médico.
Paralelamente durante sus años de estudio, abocó su vocación social en distintas esferas, como participar en centros de alumnos, federaciones estudiantiles y trabajos universitarios, incluso en reconstrucciones tras desastres naturales, lo que según su propia versión, le alimentaron la preocupación por los demás y por las necesidades y desafíos de lo colectivo.
Y la vida -como suele hacerlo-, lo trajo de vuelta. A los 21 años comenzó a participar en la Fundación Nuestros Hijos y su actividad inicial fue exponer en la "Primera Convención Mundial de Jóvenes contra el Cáncer", en Ecuador. "Era mostrar un poco mi vida y compartir la experiencia de otros. Yo me había sanado del cáncer gracias a una red de contención, que otros no la han tenido. Fue una vivencia con gente de tantos países distintos. De hecho, hicimos una Declaración de Derechos para los Jóvenes Pacientes Oncológicos , que entregamos a la Organización Mundial de la Salud, OMS".
Actualmente, Álvaro del Valle se ve extremadamente feliz y satisfecho, no solo por haber ganado su lucha personal contra la enfermedad, sino también por la labor que hoy desarrolla y que desemboca en atender menores con problemas de audición en el Sótero del Río, mismo hospital donde comenzó a hacer su tratamiento cuando niño, donde ha logrado desarrollar un completo programa de atención de niños, incluso proveyéndolos de audífonos, complementando su tiempo en la Clínica Santa María. Y lo hace con amor, devoción y toda la gratitud fortalecida en sus casi 30 años de vida. Al mismo tiempo, ha plasmado publicado artículos en la especialidad de Otorrinolaringología en varias revistas científicas nacionales e internacionales.
Ahora, ya casado desde el año 2005 y con un hijo llamado Maximiliano, se toma un respiro y reflexiona "Si pudiera elegir, no dejaría de lado el cáncer de mi vida porque me entregó las herramientas que me hicieron el hombre que ahora soy" ¡Un gran orgullo para nuestra profesión!