Si bien se han hecho avances, aún la ciencia no ha sido capaz de ofrecer tejidos funcionales a la mayoría de los pacientes con malformaciones congénitas. Tampoco técnicamente se puede realizar trasplante de esófago o poner prótesis que no pueden crecer con el paciente. Por ello, la sustitución con un esófago construido en el laboratorio con células del paciente asoma como una alternativa óptima.
En esta opción está trabajando directamente el chileno Matías Garrido, en cuyo laboratorio recientemente desarrollaron un esófago artificial a través de la descelularización de un órgano donante que, luego, fue sembrado con las células apropiadas. “Los desafíos son muchos, puesto que el esófago, si bien es un órgano de paso, no es tan simple como uno tendería a pensar.
Pero esa es la idea, seguir investigando para que podamos cambiar la forma en cómo tratamos a nuestros niños. Acá estoy en el lugar y momento indicados. Es como estar jugando una final en el mejor equipo del mundo”, señaló desde Londres.